-No Lautaro, no es Dios. Es el mejor jugador de fútbol que hubo en el mundo, pero no es Dios.
-Pero el papá de Fabián dice que Maradona es Dios.
-El papá de Fabián está equivocado.
-Pero papá, muchos dicen eso. No sólo el papá de Fabián dice eso. En la tele lo dicen.
-Mirá Lautaro, Maradona le hizo el gol a los ingleses, el gol que cualquier argentino les hubiera querido hacer a esos piratas. Maradona nos hizo felices a todos, su habilidad es como una obra de arte en movimiento, pero no es Dios. Dios es otra cosa.
-¿Qué otra cosa?
-Un ser superior, que nos quiere a todos por igual.
-¿Y Maradona, no nos quiere a todos por igual?
Pablo lo miró abatido. Su hijo era más perseguidor que un Testigo de Jehová.
-Maradona es un hombre y como todo hombre, debe tener gente a la que quiere y gente a la que no quiere.
El niño lo miró con ojos extraños. Sin entender demasiado abrió su bombardeo de preguntas:
-¿Maradona nunca jugó en San Lorenzo?
-No.
-¿Y vos nunca jugaste en San Lorenzo?
-No.
-Y Dios, ¿de qué cuadro será?
No hay comentarios:
Publicar un comentario